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Un documento sobre el tema:
“Blancos
y Colorados sin llegar a constituir aún partidos
orgánicos,
definen sus tendencias a raíz de la guerra civil de
1836,
sustentando, unos el principio de la autoridad identificado
con la
nación, y otros el de la Revolución personificada en la
figura
del caudillo. Nacionalistas los primeros, querían plasmar
mediante
la organización constitucional los destinos del país, y
vivir en
paz dentro de sus fronteras; surgían en cambio los
colorados
aliados a la emigración unitaria con una visión política
que
desbordaba los contornos de la República y que aspiraba
abarcar
en sus soluciones, problemas de los estados vecinos.
En
realidad en el choque entre el Presidente de la República y
el ex Comandante
de la Campaña se cruzaron dos modalidades,
dos
espíritus que suelen estar a menudo en lucha; el de la
revolución
que aún prolongaba su impulso, y del orden que
una vez
constituido anhelaba la normalidad y la ley.
Señalar
el año 1830 como el término concreto del período
revolucionario,
es hacer esa clausura artificiosa y estéril que cierra
el camino
de lo real en el estudio de los procesos históricos. (...)
Por eso
no podemos señalar cronológicamente una fecha
terminal
a la revolución independentista. Esta había conmovido
profundamente
todos los ordenamientos coloniales, la
organización
política, la jerarquía social. En pleno período
constitucional
Rivera continuó representando una fuerza
revolucionaria
aún no extinguida, primitiva en su concepción
de
libertad espontánea y a pesar de sus defectos, profunda. Oribe
representó
en cambio el amor a la autoridad y al orden legal, la
tradición
colonial española, en suma.”
PIVEL DEVOTO Juan E. (1956: 153-154).
Historia de los partidos e ideas
políticas del Uruguay.
Tomo II. Montevideo.
Medina.