Las guerras de
Napoleón Bonaparte habían terminado en
1815, y mientras que la Revolución y la Francia imperial habían cambiado la cara de Europa, y agotado la imaginación del mundo entero, también estaba, más silenciosa, la poderosa
Gran Bretaña, que pronto entraría en escena
como la principal potencia del mundo.
En este marco nació la princesa Victoria, en 1819. En lo que quedaba del siglo XIX, y aún empezando el XX, Gran Bretaña permanecería como la primera potencia mundial, muy por encima de cualquier otra. Aún conservaba hacia el siglo XIX gran parte de su imperio colonial, zonas de África, Medio Oriente, Asia, Canadá, Australia, y cientos de islas alrededor del mundo seguían bajo el control del reino británico, y de su prolífera Royal Navy.
Como se solía decir, “el sol nunca se ponía sobre su imperio”, Gran Bretaña controlaba zonas tan alejadas dentro del globo terráqueo que a toda hora existía alguna de sus colonias iluminada por los rayos del Sol.
La reina Victoria (o la Emperatriz, como a veces se la llamaba) gobernó este inmenso reino expansivo durante un largo período de 63 años, sólo tenía 18 años cuando fue coronada como reina de Gran Bretaña. Se destacó por su buen sentido, una relativa compasión, sus excelentes modales, y cierta inocencia típica del Romanticismo.
Victoria protegió los intereses cosmopolitas, que inundaban la época, y cultivó las relaciones internacionales entre varias familias dinásticas de Europa. Ella misma era étnicamente germana, usualmente hablaba el alemán en su hogar, se casó con un germano (
el príncipe Alberto), y su hija se
convirtió luego en la esposa del kaiser de la poderosa Alemania imperial (Federico III).
Al año de su
muerte, en
1901, la mayoría de los gobernantes del continente europeo eran sobrinos, primos, o incluso nietos de
Victoria. Entre ellos, Wilhelm II, quien llevó a Alemania hacia la
Primera Guerra Mundial.
Es cierto, más de la mitad de la población mundial del período comprendido dentro de la Era Victorianavivía fuera del Imperio Británico. Pero este hecho también enfatiza otro más elocuente: casi la mitad de la población mundial vivía, de hecho, en algún área del globo que gobernaba la reina Victoria desde Londres.
Esta fue la impronta de Victoria sobre la historia del mundo. Durante gran parte del siglo XIX, la libra esterlina británica fue la moneda corriente dentro de los mercados mundiales, la flota británica la autoridad máxima en ultramar, las humeantes fábricas y las incontables vías del ferrocarril fueron el ejemplo a seguir para todas las demás potencias que imitaron la Revolución Industrial británica.
El cambio en el modo de producción (antes con campesinos y artesanos como actores, ahora con obreros en las fábricas) pronto revolucionó la sociedad y la economía de todo el mundo, llevándolo a laEra Industrial. Mientras el desarrollo del ferrocarril y otras industrias catalizaban el nuevo tipo de producción capitalista, la reina Victoria gobernó su reino audazmente, influenciando al mundo entero.
Durante la Era Victoriana existieron, como ocurre en cualquier período, diferentes clases sociales. Por un lado estaban las clases sociales más altas, compuestas por aquellos que tenían títulos nobiliarios o eran poseedores de grandes fortunas familiares. Pertenecían a esta clase alta los miembros de las monarquías, los sacerdotes, los aristócratas, etc. Las mujeres de las clases sociales más altas nunca trabajaban, ni siquiera en casa, ya que tenían sirvientes.
Por otro lado estaba la clase media, en la que se podía distinguir la clase media-alta de la clase media-baja. Cabe destacar que durante la Época Victoriana era muy difícil cambiar de una clase social a otra, y solo era un poco más común el pasar de clase media-baja a media-alta o viceversa.
La clase media alta estaba compuesta por altos cargos relacionados con la administración, la salud o la iglesia. Por su parte, la clase media baja estaba compuesta por profesionales que habían logrado cierto éxito en el desempeño de sus funciones. Si tenían suficiente éxito incluso podían pasar a formar parte de la clase media alta.
Por su parte, la clase baja o clase obrera era la más numerosa de todas. La formaban todas aquellas personas que trabajaban en las fábricas, merced al desarrollo de la Revolución Industrial. También dentro de la clase obrera existían divisiones, pues existían profesionales cualificados que estaban por encima de la mano de obra no cualificada. Dentro de las fábricas era también frecuente la presencia de niños. Las altas tasas de mortalidad infantil fueron una de las causas de que en la Era Victoriana la esperanza de vida apenas alcanzase los 40 años.
En esta clase baja también se solía incluir a los sirvientes de la clase media alta o de la clase alta. Con el paso de los años el número de personas dedicadas a este tipo de servidumbre fue aumentando hasta llegar a superar el millón de personas. Como decimos, eran considerados de clase baja, pero llegaban a tener más consideración que la clase obrera si servían de forma fiel a una familia importante.
Cabe destacar que durante la Era Victoriana comenzó a desarrollarse una marcada doble moral en la sociedad. El recato y los modales exquisitos que se promulgaba desde la monarquía eran frecuentemente violados por todas las clases sociales, tanto en las más altas esferas como en los estratos más bajos.
En esta época, sin duda, la mujer comenzó a evolucionar como ser humano, porque experimentó varios cambios en su forma de pasar el día a día, en comparación con las otras mujeres de más antigüedad.
Como ya sabemos, en la Edad Media, una mujer, podía llega a ser poderosa, pero inexplicablemente, se le quitaron los poderes y se comenzó a moldear otro tipo de mujer. En la era victoriana, se puso de moda aspirar a un modelo de mujer al que la mayoría de las mujeres, aspiraban a ser, un modelo que luego, comenzó a evolucionar.
LA MUJER EN LA ERA VICTORIANA: EL TRABAJO
Pocos trabajos había para las mujeres, ya que se les consideraba que estaban hechas para cuidar de la casa, de la familia y que debían estar cuidándose personalmente, siempre, para estar ideales consigo mismas y sus maridos. Pero entre la clase media baja, las mujeres debían encontrar un trabajo, porque el salario de su marido era más bien bajo.
El trabajo para los que se las solicitaba era en su mayoría como sirvienta y tenía que estar bajo el techo de sus jefes, además de cobrar muy poco. Si no eran sirvientas, eran enfermeras, trabajaban el algodón o comerciantes, trabajos que sólo se les encargaba a ellas.
Con el paso del tiempo, las mujeres comenzaron a aspirar otros trabajos y se convirtieron en maestras y cuando apareció en 1876 el teléfono, se crearon puestos en una centralita, para las llamadas, que llevaban ellas. Por desgracia, las mujeres con menso formación o analfabetas, tenían que dedicarse la prostitución, que se exponían a problemas, porque se negaban a las reformas de la era.
Cuando no trabajaban y su único cometido era llevar adelante la casa, podría verse un trato sexista, incrementado por la falta de independencia de la mujer, pero que según se las había educado, se mantenían sumisas y actuaban como representantes o secretarias de sus maridos.
LA MUJER EN LA ERA VICTORIANA: CASAMIENTO
Era el objetivo principal por el que se les educaba. Desde pequeñas se les enseñaba a ser calladas, inocentes y delicadas, casi indefensas, para que el hombre se sintiese grande y protector. Pero aun así, tenían que mostrar gran inteligencia y gracia, para que también el marido, pudiese presumir de ellas.
Se les entrenaba para que aprendiese a tocar uno o varios instrumentos, para que hablasen otras lenguas extranjeras y recibían clases de canto y de baile. De esta manera, conociendo las “características” de la aparecían muchos candidatos a ser sus maridos, para luego obedecer sus órdenes en la casa. Se esperaba de ellas que fueran obedientes y que siempre tuvieran la casa lista para su marido y que criaran a los niños ella sola.
En cuanto al patrimonio. Todo lo que fuera de ella, acababa siendo de él, en el momento en que se casaran, pero gracias a la ley de propiedad de 1887, se le garantizó la ley propiedad, de manera que en el caso de divorcio (que eran muy pocos), ella seguiría teniendo derecho sobre sus hijos y sobre sus posesiones.
Le
era victoriana no sólo trajo evolución poco a poco, para la mujer, sino que comenzó a considerársela como algo más, recuperando sus derechos como persona e implicándose más en una
sociedad que estaba de cara al futuro. Puede que haya sido un poco cruda, la era victoriana, pero se ve que progresó adecuadamente.
Fuente:
sobrehistoria.com