lunes, 12 de noviembre de 2012

3er año-Etapas de la dictadura uruguaya (1073-1985



Extracto de la introducción del libro de Caetano y Rilla, “Breve historia de la dictadura”
Historiar el pasado más reciente es siempre una tarca ardua y peligrosa. La ausencia de perspectiva, las resonancias aún “calientes” de la mayoría de los acontecimientos analizados, la existencia de procesos y trámites todavía en curso de dilucidación, entre otros múltiples factores que se podrían reseñar, agregan desafíos complementarios en esos casos al oficio siempre exigente del historiador. Y sin embargo, tomando nota de los muchos riesgos que tal empresa importa, la reflexión en perspectiva histórica sobre el pasado más cercano se vuelve hoy en el Uruguay una tarea tan necesaria como impostergable.
Atendiendo el manifiesto rezago cronológico de nuestra investigación histórica sistemática, la consiguiente difusión de visiones mitológicas o de meras lecturas “rápidas” o estrechamente ideologizantes de lo sucedido en el país en los últimos años y, sobre lodo, las notorias permanencias y proyecciones de esos períodos -en particular el de la dictadura- sobre nuestro presente, no se puede menos que convenir en la relevancia de transitar ese camino. Sabemos sí de la cautela que impone la naturaleza de los procesos a reconstruir e interpretar en clave histórica pero también de los inconvenientes de diversa índole que derivan de escamotearnos tal empresa. Esta convicción cobra mayor vigor aún, si nos reconocemos como partícipes de una comunidad desafiada en profundidad por una encrucijada de crisis y en la que la consolidación democrática dista de ser una tarca ya resuelta y legada al porvenir.
El trabajo que presentamos procura sintetizar un registro interpretativo del largo y complejo proceso dictatorial que vivió la sociedad uruguaya entre 1973 y 1985. En ese sentido, su objeto de
estudio es la dictadura “stricto sensu” antes que el proceso político general desplegado durante esos años. Tal opción temática -que implica una delimitación más monográfica que globalizadora- surge con nitidez en el texto ofrecido a partir de varias constataciones casi inmediatas: la naturaleza predominante de las fuentes utilizadas -que no transita suficientemente algunas vías y escenarios que, como los involucrados en torno a las acciones de cuño clandestino, resultarían decisivas en un análisis que enfatizara la perspectiva de la resisten­cia-; el diseño interpretativo -que pasa por priorizar el estudio de la “dictadura transicional” sobre el de la “transición democrática” y que también se revela en otras opciones como en la visión que se ofrece del juego de actores, los criterios de periodificación utilizados o el plano interpretativo en que se sitúa la indagatoria de los conflictos y la evolución de la correlación de fuerzas en el período-; la propia estructuración y elección de los anexos documentales, por último, en los que se privilegia deliberadamente el registro de la evolución del discurso oficial antes que el de las voces múltiples de la oposición y la resistencia.
Esta opción temática no responde -resulta obvio decirlo- a un criterio valorativo. Antes bien, deriva del interés -no caprichoso ni arbitrario a nuestro juicio- en ofrecer una contribución a la intelección del período dictatorial a partir de esc prisma interpretativo, por lo general escasamente transitado.
Asimismo, busca interpelar a ese pasado tan “caliente” a partir del reconocimiento -sin duda desencantado y doloroso, por eso mismo irrenunciable- de que el período dictatorial no fue tan “exorcizado” como creímos o quisimos creer los uruguayos todos, más allá de nuestras polémicas frente al tema de la “salida” o de la “transición. Demasiadas son, en verdad, las evidencias acerca de las persistencias dictatoriales en nuestro sistema político, en nuestra sociedad, en nuestra convivencia cotidiana, como para que indagar la trayectoria dictatorial como un objeto en sí misma se transforme en una opción caprichosa, o inconducente. Tampoco esta localización temática refleja un panorama negativista sobre la hondura de los logros innegables que aparejó la reconquista de la democracia en nuestro país o proyecta una visión inexorablemente pesimista sobre la pcrspccli vade su estabilidad y profundización en el futuro. Más bien, da cuenta de hasta qué punto la traumática historia de estos últimos años nos lega a los uruguayos un cúmulo de tareas y desafíos no concluidos, ni resueltos. En resumidas cuentas, tal vez esa “exorcización” definitiva aún pendiente pase también por observar ese pasado reciente desde esa perspectiva menos simpática.
En atención a los requerimientos del carácter de divulgación masiva de los libros de esta serie, se ha buscado diseñar una estructura simple del texto ofrecido, con una primera parte que hace hincapié en la (rama narrativa y una segunda que aporta pistas y elementos de carácter predominantemente analítico e interpretativo).
Como respuesta al mismo desafío, se ha buscado clarificar la exposición mediante la utilización de un criterio de periodificación que iludiera funcionar a la vez como eje orientador de todo el trabajo. Es así que hemos seguido puntualmente la periodificación diseñada por el politólogo uruguayo Luis E. González, la que en su parte medular plantea que los doce años del régimen autoritario reconocerían lies etapas claramente distinguibles:
1)la etapa de la “dictadura comisarial”, que se extendería entre 1973 y 1976;

2)una segunda que dicho autor denomina del “ensayo fundacional”, que se prolongaría hasta 1980;

3)y finalmente la última, dominada por la “transición democrática” y que concluiría “formalmente” -aunque no en muchos aspectos sustantivos- con la asunción de las autoridades legítimas en 1985.

El registro de estas tres etapas sucesivas permite a nuestro juicio una aproximación valedera a lo que constituyó la trama y el itinerario fundamentales del régimen militar, al tiempo que también refiere a la evolución en las respuestas de la sociedad civil ante los desafíos supervinicntes de los cambios de contexto. A su vez, cada una de esas tres etapas se identifica con “momentos” y “proyectos” especialmente significativos del período de la dictadura.
Durante el primer período de la llamada “dictadura comisarial”, lo políticamente distintivo podría sintetizarse en esa perspectiva como la carencia de un proyecto político propio del régimen, sumado a una mención manifiesta en la tarea de “poner la casa en orden”, para reconstruir luego una vida política “‘saneada”, más o menos democrática.

De acuerdo siempre a la periodificación de González, en 1976 se opera un cambio cualitativo del régimen autoritario inaugurado en 1973, abriéndose la etapa del “ensayo fundacional”, en la que se busca echar las bases del nuevo orden político. Se enfatiza que en el caso uruguayo (a diferencia de lo ocurrido en otros países lati noamericanos) ladictadura nunca habría llegado a configurar un verdadero “proyecto fundacional”, por lo que se prefiere hablar tan solo de “ensayo”.
En esa misma dirección, el proyecto de reforma constitucional plebiscitado en 1980 habría configurado el modelo final del “orden político” ideado por el régimen. Su rechazo, al tiempo de cerrar definitivamente el “ensayo fundacional”, abrió el campo a la “transición” hacia la democracia.
En realidad “lo comisarial”, “lo fundacional” y “lo transicional”, además de referir -como veremos- los énfasis de cada una de esas etapas señaladas, constituyeron tendencias que de algún modo siempre coexistieron al interior del régimen. La dictadura en este sentido osciló con frecuencia entre lo restaurador y lo innovador, entre la “vuelta” a “lo viejo” y la “fundación” de “lo nuevo”, en un juego pendular que muchas veces sustentó marchas y contramarchas en diversos niveles de la política gubernamental. 

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